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Dicen que los excesos se pagan. En nuestra vida cotidiana podemos dar buena cuenta de que esta afirmación es una verdad absoluta. La maratón es uno de esos excesos de la vida que dejan secuelas, dolores por todo el cuerpo, una fatiga muscular tal, que cuesta días, incluso semanas recuperar. Además deja una explosión de sentimientos y emociones en tu cuerpo que son difíciles de asimilar. No importa cuán rápido has sido capaz de correr, detrás de cada atleta hay una historia, una promesa, un empuje que le ha llevado a estar dispuesto a padecer las cicatrices que deja un maratón.

¿Y después del maratón qué?

Las primeras horas saborear la gesta, si has conseguido llegar a meta, saborearás la consecución de un objetivo por el que has peleado con uñas y dientes, porque el maratón si algo tiene es que no regala nada. Más o menos todos deben trabajar para poder llegar a la meta. Cuando cruzas la línea, los sentimientos te desbordan, la explosión de endorfinas invade tu cuerpo y desaparece el cansancio, ya estás pensando en la siguiente, estás pensando en dónde correrás la maratón. Sin embargo date una semana y con menos química excitada en tus venas planifica tus próximos retos.

¡Haz realidad el sueño culinario que te ha perseguido durante meses!

Esa hamburguesa volando delante de ti mientras te comes el brócoli al vapor, esas pesadillas en las que te caes al vacío donde te espera un pozo lleno de tarta de queso, las galletas que has tenido en la mano y has devuelto al paquete. Es momento de comer, comer y comer. No dejes pasar las ganas de hacerlo después del maratón, porque el cuerpo no rechaza nada de lo que le des. Si tienes la suerte de ir a un restaurante para celebrarlo mejor que mejor. La cosa es disfrutar de algo tan placentero como la comida.

¡Recupera el tiempo que has sacrificado con los tuyos!

Los días posteriores al maratón tendrás ganas de disfrutar de la pareja, de los hijos y de la familia. Han sido muchas horas las que has sacrificado para poder entrenar y descansar de los entrenos. También has condicionado la dieta de la familia a tu dieta. Si a tu pareja le gusta la tortilla patata, es momento de comer tanta tortilla como pintxos de tortilla hay en la parte vieja. La pareja y/o la familia han sido tu mayor apoyo en la travesía. Nada es suficiente para recompensarles todo lo que han hecho por ti.

¡Duerme, estira y si puedes visita a tu fisio!

La paliza que llevas encima normalmente no se manifiesta el mismo día del maratón, estarás cansado pero nada que ver con lo que viene los días posteriores.

Durante la semana vas a sentir una fatiga enorme, te duermes por las esquinas, pero tu vida sigue, hay que seguir trabajando, cuidando a la familia y con la rutina. Es importante descansar lo máximo posible y visitar al fisio para que trate los posibles problemas musculares que arrastres después de emular a Filípides. Si eres un valiente o inconsciente, trata de trotar unos kilómetros para ver que tal están tus piernas, a su vez detectarás cuales son los puntos que si vas al fisio éste deberá tratarte.

¡Haz una cena con los colegas y si se tuerce líate la manta a la cabeza!

Es momento de juntarse con los amigos, hacer una cena y no privarse en absoluto. Siempre teniendo en cuenta que probablemente ya no eres el que eras, el nivel de absorción de alcohol de tu cuerpo en estos momentos será inversamente proporcional al nivel atlético que has alcanzado. Por lo que cuidado con beber la mitad de lo que bebiste la última cena a la que acudiste.

De todas maneras como bien he empezado el post, todos los excesos se pagan y una cena con los amigos no será menos. En una semana será la segunda de las resacas que experimentes, pero esta es de las malas, de las que no son fruto de tu trabajo y lucha. Entonces entenderás que la resaca que deja un maratón es muy parecida a nivel físico a la que deja la cena con los colegas, pero no tiene ni punto de comparación con el poso emocional que deja en tu interior. La resaca del maratón es sin duda las más dulce de las resacas.

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